La
Organización Mundial de la Salud (OMS) estima que alrededor de un millón y
medio de personas mueren al año por algún tipo de violencia: doméstica,
laboral, social...
Esta
organización incluso redactó un Informe sobre la violencia en el mundo que
consta de 9 capítulos, además de 3 anexos, un índice, prólogo y una
introducción. Aquí está el enlace para poder consultarlos:
Estamos tan acostumbrados a leer datos estadísticos sin reflexionar sobre
lo que realmente significan que quizá no nos demos cuenta de la magnitud del
problema.
Un millón y medio de personas al año supone que 4.110 mueren cada día
y 171 cada hora por algún tipo de violencia.
España ha hecho grandes avances en muy diversos ámbitos y en poco tiempo,
sin embargo, es cierto que aún seguimos
atrasados en muchos aspectos con respecto a otros países. En especial, la
violencia es un tema que ha empezado a abordarse y del que la gente ha
comenzado a tomar conciencia hace muy poco tiempo.
Nos sorprendería saber cuántas personas en el mundo siguen con un pensamiento arcaico acerca del tema, especialmente en relación a la función y derechos de la mujer; y aunque los que defendemos la igualdad y los derechos humanos a veces tendamos a pensar que este tipo de pensamiento sólo abarca a personas relativamente mayores, por desgracia, no es así.
Por ello, en España, la violencia no se percibe como un problema de salud
pública. Hace pocos años era como se suele decir “el pan de cada día” y es muy
complicado hacer comprender a una sociedad tan grande que ese modelo de conducta
que han visto y les han enseñado desde niños, algo que realmente forma parte de
su cultura, está mal.
Por el contrario, me reconforta decir que también hay un grupo opuesto, que
va aumentando cada día y que defiende los ideales de igualdad y paz cada vez
con más fuerza.
Para poder seguir hacia adelante y luchar contra este problema social, es
necesario que intentemos comprender y analizar las graves alteraciones de la
salud que puede producir, sobre todo aquellas personas que forman parte de
mundo sanitario. Y aunque también es vital que sectores como la política o la
educación empiecen a concienciarse y a prestarle mayor atención; es el
gremio sanitario el que debe prepararse y estudiar para poder detectar
los indicios en los pacientes que día a día llegan a las consultas y hospitales
de todo el mundo.
La muerte es solo la punta del iceberg, con mucha mayor
frecuencia las víctimas sobreviven a los maltratos.
Por otro lado, también debemos tener en cuenta que el trauma es
“contagioso”, es decir, se ha demostrado que incluso puede transmitirse de
manera intergeneracional; cosa que resulta escalofriante. De este modo
empezamos a ser conscientes de que la violencia no sólo afecta a las victimas
sino a las personas que se encuentran a su alrededor: familiares, amigos,
vecinos… convirtiéndose así en un problema mucho mayor, un problema que atañe a
un gran número de personas, un problema social y por tanto, un problema de
salud pública.
Como conclusión, decir que es decepcionante pensar sinceramente que
mientras el ser humanos exista y sea un ser social nunca se erradicará la
violencia.
Pero, aún así, debemos concienciarnos y empezar a abordarlo como lo
que es, un problema de salud pública;
haciendo todo lo que esté en nuestras
manos para que las escalofriantes cifras de maltrato desciendan lo máximo
posible.
CUANDO LA SANGRE ES DE UNA PERSONA MALTRATADA,
LA HERIDA ES DE TODOS.
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